Devaneos de una pequeña exploradora amateur fuera de su hábitat original

lunes, 22 de abril de 2013

Historias neoyorkinas para no dormir

Ha sido un fin de semana muy intenso por la gran manzana.

Nada más bajar del bus me impresionó enormemente la ciudad entera. No podía dejar de mirar hacia arriba, había muchísima gente caminando hacia todos lados, saliendo de las inmensas tiendas, todos con muchas prisas, cámaras de fotos, maletines, bolsas, de todo. Y claro, como yo soy nula y me oriento peor que un pulpo en un garaje, no fui capaz de encontrar a donde tenía que llegar y anduve media hora caminando con la maleta en sentido contrario pasando avenidas y calles con un montón de gente cruzándose  Me recordó a aquel videoclip llamado "Bitter Sweet Simphony" en el que iba un tío todo jefazo caminando por todo el centro de la calle chocándose con todo el mundo con el que se cruzaba.











La verdad, de todos los sitios en los que he estado, esta ha sido la ciudad que más me impresionado. No sé si por el tamaño de los inmensos rascacielos, el ritmo de vida o todos los espectáculos que dan en la calle. Una pasada. Pero bueno, el sábado la verdad que fue un día para recordar.

El sábado me pasé todo el día de turismo solitario, avalanzándome contra la gente como un león para que me hiciera fotos. Los había muy ocupados, los había que se asustaban, y también majetes que te las hacían, y he de decir, que mi niño de 4 años y medio, hace mejores fotos que esa personas, que no sacaban el paisaje con el que me quería sacar la foto o que me cortaban la mitad del cuerpo. En fin, solo puedo salvar 3 o 4 fotos en las que salga yo de todo el viaje

El caso es que a primera hora del día me perfumé en el Sephora más grande que vi nunca en la quinta avenida, y creo que eso atrajo a los tíos más raros de toda esta ciudad. El primer sujeto, era el que vendía pizzas en un pequeño sitio, que me preguntó si era de Venezuela. Y tras elegir la pizza me intentó colar que me la dejaba a 1 dolar por "ser tan bonita" cuando había una cartel en la puerta de tamaño póster que ponía PIZZA 1$. En fin, el tipo en cuestión me pidió el numero para ir a dar una vuelta por ahí, llamó a todos los de la cocina para que salieran a mirarme y yo me escapé mientras pude de ese cuchitril infernal de salidos que parecían no haber visto una mujer en años.
Con mi querido trozo de pizza me fui a sentar a un banco del Bryant Park, un parque modernisimo que tiene wi-fi público y hasta enchufes que salen de entre las hojas del césped cual Pokémon, para cargar lo que tu quieras. Así que allí me estacioné y al poco rato apareció un yonki con una "lágrima" tatuada debajo del ojo y una caja de cartón con una chocolatina dentro. Me quise hacer la que no entiende ni papa y le hablé en castellano, con tan mala suerte que el tío tenía madre colombiana, por lo cual se le daba mejor contestarme en mi idioma natal que en inglés. Y de ahí el tío no paró de hablar y me contó su vida al completo, hasta que me pidió el numero para invitarme a cenar. Vale, ahí es cuando pensé, ¿Qué clase de yonki te invita a cenar cuando supuestamente está vendiendo chocolatinas para pagarse el mono? Pues un yonki de New York por supuesto. Lo de compartir jeringuilla no me cundía mucho para esa noche, así que le dije que no gracias, y el tío me intentó vender la chocolatina como pudo. La verdad es que quería que se pirase ya porque estaba hasta las narices así que le di algo que tenía suelto y el tío se levantó corriendo. Yo le pregunté ¿y la chocolatina? y me dijo, "no es que la chocolatina...eh...la chocolatina vale 10 dolares chao guapa colombiana, y se esfumó". Yo me quedé con pokerface, y más tras volver a escuchar lo de latina por segunda vez en el día, y ni me imaginaba que lo bueno aún estaba por llegar...


Por la noche estuve en una fiesta de españoles, en el patio del piso de uno de ellos, cerca del Times Square,(impresionante de día y aún más de noche) y después cogimos mil metros para llegar hasta la zona de marcha de ese día, Williamsburg en Brooklyn. Fuimos a unos sitios muy muy chulos, el Richlane Bar y el Union Pool. La gente, la música y el precio de la cerveza (2 x 5$) era totalmente de mi gusto así que se puede decir que lo di ALL. La única pega que le vi fue que a las 3 y media de la mañana, en todo el apogeo de la noche, el último bareto cierra y aparecen 5 tíos con linternas que nos echan como si fueramos ganado, les faltaba llevar una porra y golpearnos con ella, por lo que me vi inmersa en medio de una estampida a lo Jumanji. Por lo cual no quedaba más remedio que meternos en el metro de vuelta a casa, y aquí viene la historia del tercer sujeto loco. En el andén, (y tras casi perder la visa porque dos policias nos cachasen la birra a un colega y a mi, nos pidieran documentación y nos dejasen por pena y asco seguir nuestro camino), se me sentó un chaval borrachisimo y me echó el brazo por encima. Miré a mis colegas y les pregunté qué significaba ese momento, pero no me pudieron contestar porque estaban muertos de la risa. Le quite el brazo al tipo y se lo coloqué encima de su pierna, por lo cual decidió que estaría más cómodo colocandolo encima de la mía  Le volví a quitar la mano al tipo, y este siguió con lo suyo, a volver a ponerme el brazo encima. Para mas inri el tío estaba acatarrado, o qué sé yo así que hacía unos ruidos infernales con la nariz, la cual me pegaba casi a la cara, por lo tanto mis colegas no podían dejar de vacilarme entre risas que le ofreciese un vips vaporub porque seguro que el sujeto lo estaba pasando muy mal. Finalmente un alma caritativa se levantó y me cedió su sitio, para sentarse él en mio, (porque llega a ser por mis colegas y ya muero allí entre los mocos y las manitas del tío mientras ellos infartan de la risa) y desde aquí se lo agradezco eternamente con un ramo de rosas y 4 velas. 
Para rematar ya la noche, de camino a casa no podía casi caminar de las ganas de ir a baño que tenía, la cervezas ingeridas se hacían notar, por lo cual o buscaba un baño URGENTEMENTE o reventaba allí mismo. Encontramos un Mcdonalds abierto (ciertamente esta es la ciudad que nunca duerme) y cuando vi el baño fui más feliz que Jose Coronado y sus yogures. Para mi sorpresa cuando iba a cerrar la puerta del baño se me coló una francesa con un vestido con el cual se le podía ver hasta el alma y un pedo que ni alfredo. A mi es que ya me daba igual, y disfrute de mi momento con el water mientras ella me contaba su vida al completo. Luego en vez de sentarse a hacer pis literalmente se desplomó y no había quien la levantase de allí. Finalmente conseguí salir de ese baño con francesa casi al hombro cual "Salvar al soldado Ryan" mientras mi colega era invitada por 2 negros que decía que eran raperos y que querían que bebiese el licor que tenían en la botella "licor que bebe Jay-Z, que somos raperos y entendemos". Flipante.

Y así fue como pasé un fin de semana en la gran manzana, y en la cual me di cuenta de que atraigo gringos, pero no a los caballerosos de pastizal, si no a los "creepy". Lo cual, en un momento dado, si necesito los papeles, ya sé de que recursos dispongo.

Deica loguiño!!

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