Creo que ya es hora de explicar donde exactamente vivo y que leches hago aquí para pasar el tiempo, aparte de daros la vara con los pedazo tochos que escribo, creyéndome erudita al más puro estilo Pérez-Reverte.

La casa de mis tíos está situada en el estado de Virginia, en una ciudad llamada Alexandria, que está más o menos a 10 minutos en coche de Washington DC. Yo a Alexandria no la considero una ciudad, y no por su tamaño, que tiene el doble de habitantes que Pontevedra, si no porque solo tiene una "zona vieja". Lo demás son vecindarios llenos de casitas distintas, con sus jardines, coles y guarderias intercalados, y algún polígono lleno de tiendas enormes suelto por en medio. Por las noches, a partir de las 9, cuando oscurece, los vecindarios están más muertos que el Fary, y no hay mucha luz, por lo que si te estás dando una vuelta y te coge el toro, puedes recordar todos esos sucesos que alguna vez escuchaste y la voz de tu madre retumbar en tu cabeza. "Tranquila cariño, eso solo pasa en Norteamérica". Glups.
El caso es que la "zona vieja" llamada Old Town, es preciosa. Tiene un puerto que por la noche está lleno de lucecitas y da gusto comer un helado sentado en uno de sus bancos. Está lleno de tiendas curiosas en los bajos de sus casitas de colores, de diferentes tamaños, todas pegadas entre sí. Tenemos desde boutiques, hasta mi tienda favorita "Ross, dress for less", que es un tremendo store donde puedes encontrar cosas de primeras marcas pasadas de temporada a precio más barato que la ropa de Inditex. Vamos, que siempre que camino hasta Old Town, el Ross es mi parada obligatoria "para ver si encuentro algo". Y nunca falla.

Hay una diferencia entre cuidar niños y cuidar niñas. Cuando cuidas niños sabes que si lo das todo, vas a sufrir dolor físico y puede que acabes llena de moratones por todos lados, porque los niños siempre quieren jugar a cosas como Monster Track, que es coger camiones y estamparlos contra lo que sea, la pared, el sofá o si es tu cuerpo mejor, o al pilla pilla, y no controlan su fuerza y si apuntan bien puedes ver las estrellas a veces. Y cuando cuidas a niñas, al contrario. Sabes que vas a tener una tranquila velada y a experimentar dolor psicológico y del bueno. Las niñas te escanean en cuanto entras por la puerta de arriba abajo y ponen a trabajar su infernal cabecita para ponerte en toda clase de aprietos. Desde preguntas como "¿porque tienes esa voz tan así?" - "¿tan así como?" - "Como si estuvieras enferma o fueras tonta". Tu pokerface lo dice todo y la niña ataca de nuevo, cual interrogatorio del FBI, a placajes consistentes y sin miedo en perfecto inglés "¿por qué tienes tantas pulseras?" -"porque me las han regalado"-"quienes?"- "mis amigos"- "tu novio?" - "No, mis amigos"- ¿Por qué no estás casada?"- "Porque soy muy joven" "No, eres muy vieja, deberías estar casada, ¿porque no lo estás?". NO LO SÉ, VALE niña de los cojones?? te voy a tirar una de tus barbies por la ventana a ver si vas tú detrás. Pero en vez de eso sonríes y le dices que te gusta su pelo, así que se pone muy contenta y te pregunta si puede peinar el tuyo y pintarte las uñas. Y piensas que si en el futuro te toca una hija mujer, o la ahogas en el río o la llamas Pepe a ver si cuela.

Deica loguiño!